“No es posible pensar la calidad de la educación superior sin perspectiva de género”
Por. Angélica Marín
Desde el Sistema de Universidades del Estado (SUE), hemos realizado un diagnóstico para observar las desigualdades de género que se presentan en las 18 universidades estatales. Parte de los resultados indican que aún hay brechas de género en ciertos campos disciplinares y están muy asociadas a la división sexual del trabajo. Si bien hay avances en los espacios de representación y participación, hay un amplio margen para transversalizar el enfoque de género.
Es muy importante señalar que las políticas de género, trascienden a los trabajos en relación a la violencia, las incorporan, pero el enfoque desde las universidades estatales avanza en estar presente en los planes curriculares, en la formación, en la investigación, la producción de conocimiento y en todas las políticas de la vida universitaria.
Estas políticas también apuntan a lograr identificar cuáles son los temas de corresponsabilidad social de los cuidados y por supuesto, la erradicación de la violencia de género y específicamente, como lo señala la ley 21.369, el acoso sexual, la violencia y la discriminación de género. La ley nos ha dado una oportunidad ya que posiciona a las relaciones igualitarias como parte de la excelencia universitaria. No es posible pensar la calidad de la educación superior sin perspectiva de género.
La ley no se queda solo en políticas de atención a las víctimas o en cómo realizar prevención, sino que promueve relaciones igualitarias. Desde ese punto de vista, es importante proyectar un diálogo amplio y articulado entre las universidades, para identificar cómo es que se están instalando esas políticas de igualdad de género, cuáles son las dificultades que hemos tenido, cuáles son los desafíos que aún nos quedan para seguir avanzando y lograr esta promoción de las relaciones igualitarias.
Este es un cambio cultural profundo que tenemos como sociedad y las universidades tienen un rol fundamental aportando en nuestros entornos, en la formación profesional, y en los diversos ámbitos de la vida cotidiana, ya que ese es el rol de las universidades estatales y su compromiso con el desarrollo del país.